Queremos hablaros nuevamente de uno de los factores que más influye en la calidad de los vinos. Nos referimos a la disponibilidad de agua de la vid, determinada por el régimen de lluvias de la zona en la que se ubica el cultivo. Seguro que, en más de una ocasión, habéis escuchado aquello de que la viña es un cultivo de secano, puediendo (sobre)vivir en condiciones de humedad baja.
La vid viene a necesitar una pluviometría que oscila de los 350 a los 600 litros anuales. Pero resulta imprescindible que esta cantidad de agua se reparta de una forma adecuada a lo largo del ciclo de la planta. Aquí podéis ver esas necesidades hídricas en función del estado vegetativo:
- Desborre y brotación: 13%
- Crecimiento vegetativo: 33%
- Floración y cuajado: 14%
- Desarrollo de las bayas: 10%
- Envero: 17%
- Maduración de las bayas: 13%
Compartir