En esta ocasión, cedemos 'La Voz de la Finca' a Juan Fernández-Cuesta, periodista especializado del Diario ABC, que recientemente nos ha ofrecido así su particular visión del vino de terruño y de coupage con este artículo de opinión titulado "Del terruño y sus hijos":
Coupage o terroir. Me solicitan que invierta unas palabras en expresar sus bondades y maldades (aunque de estas, pocas). Que invierta en escribir sobre la mezcla de distintas variedades de uva o la uva convertida en vino a partir de un determinado terruño. Mejor un terruño concreto, unas pocas hectáreas, un espacio singular.
Coupage o terroir, llevado del francés al español, tiene su traducción literal y también una relativa. Incluso más: hasta reconvertir coupage en el vino hecho en bodega y terroir en el vino nacido del campo, de la conjunción de cielo y tierra.
Si uno como yo considera (probablemente equivocado) que el mejor enólogo es aquel que se limita en bodega a cuidar sin interferir en el proceso de la conversión de las mejores uvas de la propiedad en un alimento llamado vino, mi apuesta es el terruño.
Son definiciones llevadas al límite cuando se debe apostar entre el terruño y la bodega. Y sí, el enólogo debe manipular en ocasiones la elaboración cuando se trata de sacar de distintas variedades un rendimiento superior. Debe intervenir, incluso de forma artera, para obtener el mejor vino posible. Y fieles de esos vinos, por ejemplo, a partir de uvas de cabernet sauvignon, petit verdot y tempranillo, como una elaboración recién catada, habrá millones. Escribo de esa elaboración porque ya desde sus aromas en nariz las características y mejores cualidades de cada una de esas variedades aparecían de manera esplendorosa…
¿Entonces? Entonces llegó la crisis económica, que unida a la propia crisis de identidad de muchas bodegas (al menos en España) nos dan una nueva respuesta. Con las ventas nacionales por los suelos ¿es preferible hacer tres vinos distintos o uno sólo mezclando las tres variedades?
Al fin, lo preferible siempre es el terruño como medio para obtener los mejores fines, y si entre estos fines es posible un “coupage”, adelante. Siempre adelante. Y siempre un enólogo como fiel guardián de un tesoro llamado terruño, y de sus hijos.
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