Ya os hemos hablado por estos lares del trascendental papel que juega la botella en la evolución del vino y también de la importancia enológica del tamaño del recipiente. Hoy queremos detenernos en otro aspecto relevante: su color. Y es que la luz formaría parte -junto al calor, la humedad, la presencia de olores, el movimiento, la posición, etc.- de ese hipotético listado de "enemigos" para la conservación idónea de nuestros vinos.
El vidrio empleado en las botellas se produce tras la solidificación de una mezcla formada por sílice (46%), arena (15%) y vidrio reciclado, que es sometida a temperaturas que superar los 1000º C. Los fabricantes emplean, además, ciertos aditivos -oxido de hierro, níquel, hierro, molibdeno, cromo, manganeso, plata, etc.- que sirven para colorearlo. Actualmente los colores más empleados para la fabricación de botellas son:
- Negro topacio oscuro, usado en los vinos generosos y también en los vinos de nuestra bodega de Ribera del Duero Áster.
- Ámbar, usado en cervecería y en ciertos vinos.
- Hoja muerta, como el que empleamos para el albariño Lagar de Cervera.
- Verde Oscuro, anti radiaciones ultravioletas, color muy empleado en vinos tintos, incluidos los de La Rioja Alta, S.A. y los de Torre de Oña.
- Semiblanco, usado en brandys y licores, vinos blancos y rosados.
- Blanco, incoloro, utilizado en vinos blancos y rosados.
Compartir