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El vino y la Inteligencia Artificial: un maridaje natural

Por Alex Rayón Jerez (Co-fundador y CEO de brainandcode.tech, Vicerrector de Relaciones Internacionales y Transformación Digital y Profesor de la Universidad de Deusto, es uno de los mayores expertos en IA de España).

 

En la antigua Mesopotamia, una pequeña empresa de elaboración de vino luchaba por crear un vino exquisito. Un día, un anciano sabio reveló un truco mágico: agregar una gota de agua del río Éufrates, rica en minerales, justo al amanecer. Al seguir este consejo, se produjo una fermentación perfecta, potenciando los aromas y sabores del vino. El resultado fue un vino excepcional que pronto ganó fama. Así, la empresa descubrió que la unión de ciencia y magia podía transformar su destino.

Esta fábula, por si tenéis dudas, no la ha hecho mi inteligencia biológica, sino la inteligencia digital de ChatGPT4-o (la última máquina generativa conocida en el momento de la redacción de estas líneas). Por entendernos, de ahora en adelante hablaré de Inteligencia Artificial, si bien creo que las capacidades actuales son dignas de darle ya la etiqueta de inteligencia, y no tanto de “artificial”. Esta inteligencia, busca crear sistemas capaces de aprender, razonar y percibir de manera similar a los seres humanos. Crear una máquina que imita al cerebro humano y que sea tan inteligente o más que una persona fue, desde los inicios, el objetivo último del campo de investigación denominado Inteligencia Artificial (IA) que, ahora está saltando por fin a las organizaciones y la sociedad. Para una empresa dedicada a la elaboración y comercialización de vino, permite hacer muchas cosas de forma más eficiente, en todas y cada una de las fases del proceso, desde la elaboración hasta la venta. Vayamos por partes:

 

En la fase de producción, la IA generativa puede analizar grandes volúmenes de datos climáticos y del suelo para predecir las condiciones óptimas para el cultivo de la vid, permitiendo ajustes precisos en el riego, la fertilización y la protección contra plagas. Además, puede crear modelos predictivos sobre el rendimiento de las cosechas, ayudando a los viticultores a tomar decisiones informadas y a reducir riesgos.

 

En la fase de elaboración, la IA puede optimizar las recetas y procesos de fermentación mediante el análisis de datos históricos y la simulación de diferentes escenarios. Esto permite mejorar la calidad del vino, ajustando factores como la temperatura y el tiempo de fermentación para producir vinos con perfiles de sabor deseados.

 

En la fase de comercialización, la IA generativa puede personalizar campañas de marketing mediante el análisis de datos de consumidores. Puede crear contenido atractivo y relevante, como descripciones de productos y sugerencias de maridaje, adaptadas a diferentes segmentos del mercado. Además, puede predecir tendencias de consumo, permitiendo a la empresa ajustar su oferta y estrategia de ventas en tiempo real.

 

En la fase de distribución y logística, la IA puede optimizar rutas de entrega y gestionar inventarios de manera eficiente, reduciendo costos y mejorando tiempos de entrega. La IA también puede prever la demanda en diferentes regiones, asegurando que los productos lleguen a los mercados correctos en el momento adecuado.

 

En resumen, no solo mejora la eficiencia y la calidad en cada etapa del proceso, sino que también permite una mayor personalización y optimización de la experiencia del cliente, posicionando a la empresa a la vanguardia de la innovación en la industria del vino. No podemos olvidar que esta tecnología tan capaz también tiene su impacto climático. Gerry McGovern es uno de los mayores expertos en la intersección existente entre las tecnologías digitales y el medio ambiente. Es autor del libro ‘World Wide Waste’. Según él y sus cálculos (muestrales, lógicamente), el 90% de los datos creados y sistematizados en toda la humanidad se originaron entre 2017 y 2019. Posteriormente llegó la era de la IA Generativa. Mi primer artículo sobre los GPTs en prensa (no en pensamientos) es de septiembre de 2020. Casan los tiempos. Tener datos es lo que necesitaba la IA. Para transformar esos datos en lo que hoy tenemos necesitamos grandes centros de datos físicos. Amplias infraestructuras con servidores que se calientan mucho. Deben ser enfriados. Esto desde luego que no ayudará al planeta. España no cuenta con muchos centros de datos, pero sí con importantes problemas hídricos en los próximos años (donde va a hacer cada vez más calor).

 

No obstante, cuando hablamos de Inteligencia Artificial no debemos olvidar que estamos hablando de programas informáticos (código) diseñado, desarrollado y mantenido por personas para que ese programa actúe y tenga influencia en personas. La Inteligencia Artificial es más humana que tecnológica. No hay elementos mágicos por medio. No es plausible que esta tecnología hecha por humanos para humanos acabe con nosotros. Y tampoco que nos supere. Tampoco nacerá una nueva especie no sometida a las leyes de la evolución natural. ¡Qué pensaría Darwin de nosotros/as si nos viera hoy aquí hablando de esto! Es cierto que la IA permite hacer cosas nuevas; nos relacionamos de forma diferente, nos comunicamos de otra forma, etc. Pero en el fondo la preocupación es otra: que un grupo de humanos tenga ventajas y control sobre otro grupo de humanos.

* Acepto la política de privacidad de la Rioja Alta S.A.

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